En una ladera abierta de Baja Sajonia, esta casa nace del diálogo entre tradición y paisaje. Diseñada para una pareja joven con dos hijas, la vivienda de 160 m² se organiza en dos niveles que acompañan la pendiente, guiando al visitante desde la entrada contenida hasta la amplitud luminosa del valle.
Su estructura portante de madera encolada, inspirada en antiguas técnicas medievales, permite abrir grandes luces y liberar el espacio interior, donde la vista se convierte en protagonista. La arquitectura se construye con materiales sinceros —madera, cemento y luz— que cambian con las estaciones y reflejan la calidez del atardecer sobre los campos.
La vivienda propone una secuencia de descubrimiento:
El resultado una vivienda contemporánea, que se mimetiza y vincula profundamente con su entorno.